Cómo educar un Niño Especial  

Introducción
Cómo prevenir la deficiencia mental
Evaluación y diagnóstico
Psicología de los padres frente al retardo mental
Educación Especial
Desarrollo Motor
Conocimiento del propio cuerpo (propiocepción)
Lateralidad

Actividades básicas cotidianas
Educación perceptual
Temporalidad y espacialidad

Comunicación y Lenguaje
Lectura y escritura

Aritmética
Socialización
Conductas inadecuadas
Educación Sexual


INTRODUCCIÓN 

La presente guía para los padres ha sido
desarrollada en base al documento elaborado por Anita Espinosa de Gutierrez en la Fundación para la Investigación y Desarrollo de la Educación Especial, de Bogotá, Colombia. No intenta reemplazar a programas individuales ni al necesario apoyo de profesionales y técnicos especializados que deben trabajar con los padres y niños, sino mas bien busca ser un apoyo y guía complementaria en los casos en que sea necesaria.

NOTA.-Es necesario hacer notar que el énfasis en la educación especial no integrada, que se da en esta guía, se debe a que fue escrita antes de 1994. La declaración de Salamanca (Junio de 1994), establece un hito internacional a partir del cual  los gobiernos deberían "concentrar sus esfuerzos en la creación de escuelas integradoras"..." el planeamiento gubernamental de la educación debería centrarse en la educación de todas las personas, de todas las regiones del país y de cualquier condición económica, tanto en las escuelas públicas como en las privadas". En nuestro caso, la Reforma Educativa eliminó la antigua Dirección de Educación Especial del Ministerio de Educación y creó la Dirección de Educación alternativa que se ocupa de Educación Técnica, Educación de Adultos y otras áreas sin ocuparse para nada del tema de la educación especial o de la nueva educación Integradora. Solamente en algunas experiencias privadas en áreas urbanas se están desarrollando esfuerzos aislados por aplicar los criterios de educación integradora. (Ej.COLESUR en La Paz). No existe información sobre los resultados de estas experiencias, sobre las políticas y programas de gobierno en este campo ni sobre la situación general de la educación de discapacitados en Bolivia. Por esto creemos que los contenidos de la guía siguen  siendo completamente válidos independientemente de que la orientación global en países desarrollados está dirigida a la inclusión de los niños especiales en aulas normales.(Nota de webmaster El Camino)


SICOLOGÍA DE LOS PADRES FRENTE AL RETARDO MENTAL 

Es necesario que tratemos de determinar la razón de este tema. No se trata de un estudio científico, de carácter exhaustivo que saldría de los objetivos de este material, tampoco exposición cuya finalidad sea la critica severa a las diversas actitudes de los padres cuando surge el problema de un hijo subnormal. Nuestro propósito es hacer la revisión de las diferentes reacciones de los padres frente al problema, para ver lo más objetivamente posible cuáles son las actitudes que deben ser modificadas por inútiles o perjudiciales tanto para el niño como para el equilibrio familiar, y aquellas que deben adoptarse porque representan una base sensata para la orientación y la educación del niño y para el sano desenvolvimiento  de la vida y las relaciones de la familia. Véase pues en las reflexiones que siguen este interés por la educación del niño con problemas de discapacidad, y un deseo de una colaboración con la familia en esta tarea de crear un ambiente positivo que asegura óptimos resultados a los esfuerzos comunes de padres y educadores cuando surgen las primeras manifestaciones de discapacidad en el hijo, los padres presentan, según los rasgos particulares de su personalidad y según la comprensión y conocimiento que tengan del problema, toda serie reacciones. Las unas pueden ser favorables a la educación del niño, otras claramente perjudiciales algunas traducen un intento de negación del problema ante un oscuro sentimiento de culpa injustificado y aniquilador; tras un tormento inútil; hay también quienes aceptan la realidad con frío pesimismo y afortunadamente, quienes, conociendo la realidad se proponen una tarea constructiva.

 LA NEGACIÓN DEL PROBLEMA Y LA ESPERA DEL MILAGRO

Como el niño subnormal puede ser como todos los niños un lindo bebé, plácido, pueden pasar inadvertidos para la madre los primeros signos del retardo. Ella se felicitará de tener un niño que se mantiene tan tranquilo y le ocasiona el mínimo de quehaceres y preocupaciones. En el caso del niño particularmente agitado, puede presentarse en un signo de vitalidad. Recordando que los niños muy vivaces e inteligentes son frecuentemente bebés un tanto difíciles. Si no hay signos exteriores  especiales que inquieten o manifestaciones convulsivas, los dos primeros años pueden transcurrir sin preocupaciones.

Las primeras alarmas se presentarán cuando se constaten el retardo en la aparición del lenguaje. Habrá sin embargo signos inquietantes ya en la inactividad del bebé o en sus movimientos desordenados sin orientación definida, o sin estabilidad en la ausencia de curiosidad y de actividades de exploración y en la inexpresividad afectiva, naturalmente para advertir todos estos signos se necesita el conocimiento y la experiencia en relación con el desarrollo del niño y las diferencias individuales. Es verdad que las madres siguen de cerca la marcha del desarrollo de sus niños, pero en muchos casos ante la preocupación que surge por algún detalle de estos que anotamos antes, se responde de manera simple y tranquilizante sin buscar el concepto  autorizado de un especialista. “ Son cuestiones del carácter del niño “, ya llegará el momento en que alguna circunstancia le haga cambiar. 

Aun en el caso del retardo del lenguaje se buscan mil explicaciones y argumentos que niegan el problema.

Cuando surgen las comparaciones con niños en quienes el lenguaje y otras funciones están ya instaladas se plantean en serio el problema y muy frecuentemente con una buena dosis de orgullo herido. Es posible aun que surjan los argumentos de negación para tranquilizarse: “ Muchos niños inteligentes han comenzado hablar muy tarde “, “cuando el niño comience a hablar hablará mil veces más y se pondrá al nivel de los niños de su edad “, etc. y a cada signo del progreso estos padres le atribuyen un carácter de aprobación de sus argumentos. Los padres se tranquilizan sin considerar el retardo para el cual montan una especie de ceguera. Luego el comienzo de la escolaridad es el otro momento clave. El niño presenta fallas de adaptación. Una marcada diferencia en sus manifestaciones motoras, En sus juegos, en sus intereses, en su lenguaje, en fin, en su nivel de desarrollo, respecto de los niños de su misma edad. A veces la maestra comunica estos hechos a los padres y da su opinión sobre la necesidad de emprender una educación especial. Si los padres se empeñan en su ceguedad verán hostilidad en la maestra y en la escuela, tacharán de ignorancia el concepto honesto bien intencionada. En el mejor de los casos la madre se dirige al médico; si no se trata de un especialista, es posible que no se preste mucha atención al verdadero problema, y quizá aconseje esperar un poco más...

Cuando finalmente se toma la decisión de un examen psiquiátrico o psicológico, esto tipo de padres afectados de “ ceguedad “ esperan del psiquiatra o psicólogo un verdadero milagro. Si no pueden ignorar la realidad, esperan que los especialistas salven  la dificultad y respondan por algún procedimiento mágico, es el déficit de desarrollo del niño. Así hacen a veces la vuelta al mundo sin lograr más que perdida de un tiempo preciso, y recursos económicos y humanos, sin poner en práctica muchas veces los concejos de los especialistas. 

Con gran pena el especialista no puede hacer otra cosa que establecer el grado de discapacidad y lamentar la pérdida de tiempo, ya que lo único consigue hacer llegar al niño especial a su tope máximo y a una mejor adaptación en el ambiente, es un régimen educativo especial.

 

OTRA REACCIÓN FRECUENTE ES LA ANSIEDAD

Esta reacción es generalmente opuesta a la antes descrita. Aquí hay una verdadera marcha en busca de los especialistas. Los padres ansiosos quieren un diagnóstico exacto, más aún, a veces en una etapa en que es imposible hacerlo con respecto de su hijo, para comenzar lo más rápidamente el tratamiento que sea conveniente...  

A veces son mucho los especialistas consultados y muchos los tratamientos prescritos antes de que se comprenda algo práctico.

Hay muchos temores, no se constatan los buenos resultados tan rápidamente como se espera y se tienen noticia de que en está otra ciudad o en aquel otro país hay investigaciones recientes que pueden ser mejores que todo lo antes conocido. Allí también hay pérdidas de tiempo de recursos y de energía. Es legítimo tener en cuenta las innovaciones en los tratamientos y recurrir a ellos pero con una actitud sensata que permita obtener beneficio de todo los aportes de la ciencia.  

Los padres ansiosos comprenden generalmente bien la importancia de la educación especial para el niño  y es de ella que esperan el milagro. Toman entonces de manera ansiosa la tarea educativa, la realizan con vehemencia, y su carga emocional es transmitida al trabajo del niño. Se hacen imposible e ineficaz la labor y se alteran las relaciones familiares. En muchos casos, en que sería necesario llevar al niño a una institución por un tiempo o en forma definitiva, la reacción de ansiedad estorba la decisión.

Hay una serie de consideraciones que carecen de objetividad entran allí sentimientos y motivaciones que hacen círculo vicioso. Culpabilidad, sobreprotección, hostilidad. Se piensan que la institución puede hacer daño al niño cuando en realidad es raro que esto suceda  por que hay un mínimo de responsabilidad, de sentido humano y amor al niño que inspira la creación de tales instituciones, y en cambio se ignoran los beneficios que tanto el niño como la familia pueden obtener de esta decisión. A nadie se le escapa la necesidad de colocar en un internado al niño débil  profundo o al niño agitado, en los casos en que el peor ambiente familiar, los hermanitos especialmente pueden sufrir por la concentración de la atención del niño débil como único eje en torno al cual gira la vida de la familia. Si el niño está bien atendido, se le asegura el cariño el tratamiento que le son más benéficos, por qué no descargar el tiempo de la madre para la atención de los demás miembros de la familia, por qué no relajar la tensión de los demás niños que pueden ser demasiado sensibles a las conductas agitadas o inadaptadas del hermano discapacitado.

Aquí cabe el consejo autorizado del médico, del psiquiatra, del psicólogo, para respaldar a los padres en cuanto a la decisión y una psicoterapia bien orientada, será muy útil para los padres para romper el círculo vicioso de hostilidad, sobreprotección, culpabilidad y de volver la paz al conjunto familiar que muchos necesitan de ella.

 EL REALISMO PESIMISTA

En ocasiones es una etapa que sucede a la ansiedad. En otros casos es la actitud del padre, más  objetivo  y frío en sus reflexiones. Se comprende que en el niño hay un déficit; se hace la reflexión de que no hay para qué hacer esfuerzos estériles, para qué vivir esperando los progresos, a veces tan pequeños, en el progreso de desarrollo, que se le atienda en alguna institución que lo proteja y le evite cualquier mal, y que se liquide así el asunto.

Cuando se trata de casos graves este punto de vista es sano, nada de inhumano hay en ello, puesto que el ambiente familiar cuenta enormemente para los de más miembros, los niños principalmente, y el retardo profundo podría despertar hostilidad o sentimiento de inferioridad en la personalidad naciente de los demás hermanitos. En cambio, no es admisible una actitud semejante en el caso de niños muy pequeños cuando el diagnóstico exacto de su estado mental no ha sido aún bien establecido y en el caso de niños que pueden beneficiarse ampliamente quizá, de la educación especial. Una actitud de desinterés por la educación y el porvenir del niño subnormal será totalmente inadecuada. Si los educadores no encuentran en la familia el interés suficiente, ¿no tendrán ellos mismos desalientos en la labor educativa? La mejor adaptación y los hábitos sanos de ocupación permitirán al niño algún grado de independencia, le enseñarían al niño y luego al adolescente a ocupar su tiempo de manera interesante, y en alguna medida productiva; estará  contento de su quehacer mucho más que el niño a quien no se ha prestado el apoyo de una educación y tiene que permanecer en el ocio, siendo carga para la familia.  

LA ACEPTACIÓN  

Afortunadamente muchos padres advierten la deficiencia en el niño y emprenden una labor inteligente y afectiva para hacer que alcance el máximo de desarrollo. Su actitud es realista, ellos no esperan un milagro, saben que en las condiciones más favorables, el niño llegará a un cierto nivel que es el normal.

Con está actitud los padres no pierden ni los recursos, ni el tiempo precioso para el niño, antes bien, crean en torno suyo una atmósfera efectiva y de trabajo, benéfica para su educación. Estos padres eliminan pronto el problema de búsqueda de la responsabilidad que crea entre ellos una tensión agotadora e inútil. En efecto cuando la debilidad no se explica por causa exógena, emprender la búsqueda de la línea familiar por cual ha podido llegar al niño es una actividad que puede conducir a grandes errores, realizada por personas no especializadas. A demás cualquier dato en nada modifica la situación del niño, solo un movimiento de vanidad u orgullo está allí presente, un olvido de nuestra condición humana de limitación e imperfecciones.  

Esas búsquedas inútiles debilitarán la unidad familiar tan necesaria para emprender una educación afectiva y atinada. Cuando se requiere establecer una medida de previsión para los futuros descendientes, una consulta al médico, el especialista en psiquiatría infantil es lo más acertado para liquidar la duda y recibir las orientaciones adecuadas.  

La aceptación de la realidad, junto con la atención y el interés por lograr lo mejor para el niño , es con frecuencia la actitud resultante de un periodo de maduración ante la prueba. No deben extrañarse los padres de que superada esa etapa reaparezca de pronto las protestas interiores:" Porque un hijo mío... por qué no me podré liberar de está carga...” y aún mucho más. ¿ Deberán ser motivo de culpabilidad o de sentimientos de indignidad tales incursiones del pensamiento egoísta? No. A nadie le es dado evitar tales pensamientos, más aún, ante situaciones objetivamente difíciles, lo único reprochable es la manera como la conciencia acoge tales reflexiones. Lo más acertado es dejarlas aparecer con toda claridad, comprender su origen egoísta y colocarlas en grupo de apulsos inconscientes que no tienen aceptación voluntaria, por que vienen de una esfera inferior de nuestro interior; antes que reprimirlas con el pesado sentimiento de culpa es mejor ver las de frente, comprende su origen y actuar a la altura de seres humanos que manejan con inteligencia y bondad y también sus impulsos.  

Concluiremos diciendo que es esta etapa de aceptación y actuación inteligente, es la única eficaz. Está actitud debe aunar la esperanza y la voluntad de servicio de padres y educadores para conducir al niño  por un camino grato y amble al máximo de desarrollo que sea posible para hacer de él un ser apto, útil y feliz.   (VER TAMBIÉN: Usted no está solo)

Guia de Padres:
Cómo prevenir la deficiencia mental
Evaluación y diagnóstico
Educación Especial
Desarrollo Motor
Conocimiento del propio cuerpo (propiocepción)
Lateralidad

Actividades básicas cotidianas
Educación perceptual
Temporalidad y espacialidad

Comunicación y Lenguaje
Lectura y escritura

Aritmética
Socialización
Conductas inadecuadas
Educación Sexual

Principal  |  Proyectos Servicios  |  Publicaciones  |  Registro Donaciones  |  Documentos | Noticias 
 El cerebro  |  Retardo mental  |  Síndrome de Down  |  Trastornos del desarrollo  |  Trastornos del lenguaje
Autismo  | Prevenir el retardo mental  |  Psicología de los padres Educación especial  |  Integración escolar 
   Guía para los padres |  Escuela de Padres | Enlaces
Copyright (c) 2001 El Camino

 
 

Guía para los padres