Introducción: Trastornos  específicos  del desarrollo del habla y del lenguaje
(Para definiciones y conceptos generales ver: Transtornos del lenguaje: Glosario)

En estos trastornos las pautas normales de adquisición del lenguaje están alteradas desde estadíos tempranos del desarrollo. Estos trastornos no son directamente atribuibles ni a anomalías neurológicas o de los mecanismos del lenguaje, ni a deterioros sensoriales, retraso mental o factores ambientales. Aunque el niño pueda ser capaz de comprender y comunicarse en ciertas situaciones muy familiares, más que en otras, la capacidad de lenguaje es deficitaria en todas las circunstancias.

Diagnóstico diferencial

La mayor dificultad diagnóstica estriba en diferenciarlo de las variaciones normales del desarrollo. La población normal infantil varía ampliamente en cuanto a la edad en que se adquiere el lenguaje hablado y al momento en el cual quedan firmemente establecidas las funciones del lenguaje. Pequeñas variaciones son de escasa  significación clínica, ya que la mayoría de los niños que tardan en empezar a hablar terminan por adquirir un nivel normal de desarrollo. En los niños con trastornos específicos  , aunque la mayoría llegue a adquirir un nivel normal del lenguaje, se presentan múltiples problemas concomitantes. El retraso del desarrollo del lenguaje suele acompañarse de dificultades para la lectura y para la ortografía, de anomalías en las relaciones personales y de trastornos emocionales y del comportamiento. Por tanto, es importante un diagnóstico precoz y exacto. 
 Si el nivel de deterioro presente es leve pero, no obstante, hay antecedentes de un deterioro grave, lo probable es que el grado funcional presente sea la secuela de un trastorno significativo, más que simplemente de una variación normal. Debe prestarse atención al tipo de expresión verbal del lenguaje. Si es anormal  o si el habla o lenguaje del niño presentan rasgos cualitativamente anormales, puede aceptarse la presencia de un trastorno clínicamente significativo. También, si un retraso de aspectos concretos del desarrollo del habla o del lenguaje se acompaña de déficits del aprendizaje escolar (retraso específico de la lectura y la ortografía), de anomalías en las relaciones personales o de trastornos emocionales o comportamentales, el retraso difícilmente podrá corresponden a una variación normal. La segunda dificultad diagnóstica estriba en diferenciar el retraso mental de un retraso generalizado del desarrollo, puesto que la inteligencia incluye también a las funciones verbales. Así, es probable que si el C.I. de un niño está muy por debajo de la media, de su lenguaje desarrollo estará también por debajo de la media. El diagnóstico de un retraso específico del desarrollo implica que este no guarda relación significativa con el nivel general de las funciones cognoscitivas. 
La tercera dificultad se refiere a la diferenciación de un trastorno secundario a una sordera grave, a algunos trastornos neurológicos concretos o a alteraciones de ciertas estructuras anatómicas. La sordera grave en la primera infancia provoca prácticamente siempre, un retraso marcado y una distorsión del desarrollo del lenguaje. Este trastorno no debe incluirse aquí por ser consecuencia directa de una alteración de la audición. Sin embargo, no es extraño que la mayoría de los trastornos graves del desarrollo del lenguaje receptivo se acompaña de déficits parciales y selectivos de audición (especialmente para frecuencias elevadas). Sin embargo, los límites de esta distinción no son definitivos ni fijos. Un principio similar puede aplicarse a los trastornos neurológicos y las alteraciones de las estructuras anatómicas.

 
 

Trastornos del habla y del lenguaje

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